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La mirada

Alfonso se incorporó, despacio. Llevaba días acostado. Le vi dirigirse, lentamente, hacia el puesto de bocadillos. Me incorporé y le seguí, al principio desde cierta distancia, y a su ritmo, mirándolo curiosamente. Andaba con pasos largos pero despacio, como si hubiera estado largos días sin andar, como, de hecho, había ocurrido, y haciendo por evitar que alguien se chocase con él. La gente del campamento hablaba entre sí, algunos hacían aspavientos o correteaban. Alfonso, seguía hacia el puesto.

Cuando ya estaba allí, se fijó en mí y me señaló el puesto. Me acerqué y me dijo si le podía comprar una empanada, que tenía hambre. Le dije que sí, que cómo no. Estaría hambriento. Me comentó que se lo llevaría a comer al coche, que fuera con él para no comer solo.

Sintiendo algo extraño, le dije que no: o se lo comía allí, o se iba solo, pero no lo iba a acompañar. Me suplicó, mirándome con ojos zalameros y sonrisa rogativa. Me sostuve en mi postura. Su gesto se volvió incómodo, mirando al puesto, mirándome a mí, como pensando de qué manera llevarme hacia el coche. Para intentar convencerme, posó sus manos sobre mis hombros, y yo se las agarré y aparté, rotundo, sin soltarlas. Estaba seguro que no debía ir, solo, con él, lejos de la gente.

Me miraba con una mirada cándida, lastimera, pero, en el fondo, muy triste. Hizo amagos por soltarse, sentí que tenía intención de abrazarme, cosa que yo sabía que no debía dejar que hiciera.

Mi instinto me llevó a hacer una prueba: con mi mano derecha agarrada a su muñeca izquierda, hice un movimiento brusco hacia su cara, y, del golpe que hizo sus dedos en ella, su ojo izquierdo se borró. Esto le hizo cambiar el gesto, hacia uno contrariado, molesto…

Debí hacer un gesto brusco para arrojarlo lejos de mí, pero, en ese momento, desperté.


Al pensar en apuntar lo que acabo de soñar me ha venido el nombre de Alfonso, pero no era ninguno de los Alfonso que conozco, no estoy seguro de quién es, pero le he puesto este nombre.

Antes de sentarme a transcribir esto antes de que se me olvidara, me lavé los dientes, ya que me había acostado porque mi cuerpo me lo pidió, agostado, sabiendo que, en cualquier momento me despertaría. Pero no pensé que sería así.

Antes de esto, aún recuerdo que otro amigo, minutos antes, después de un severo golpe que lo hizo renquear durante minutos, lo hicieron acostarse, y, poco a poco, dejó de moverse. Le llamo Felipe, no sé por qué.

En una de las cajas, o como fueran, cerca de donde se acurrucó Felipe, ya estaba Alfonso.

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Sueño 2 de octubre de 2022

A veces me maravillo preguntándome de dónde vendrán los sueños, que a tal punto llegan que hasta mi yo del sueño ha de pedir que le repitan frases que, de complejas, su cerebro (el mío) no puede asimilar en el primer recitado.

Estaba mi yo del sueño visitando, junto a mi hija y una acompañante adulta, cuya identidad no recuerdo, un parque de atracciones de fantasía épico medieval. Tras haber visitado otras estancias de la feria, y cerca del cierre del recinto, vamos a una última donde los participantes se enfundan algo que no recuerdo, suben a un sitio y luego… En fin, todo esto se ha disuelto en el olvido. La cuestión es que, tras esperar en la fila, cuando llegamos mi hija no quiere subir, y por no desaprovechar la ocasión, lo hago yo, pero me dicen que el ticket que entrego no sirve para participar. Enojado, argumento que eso no viene especificado adecuadamente en la publicidad, por lo que se ha de reparar el error. Me indican que, en última instancia puedo buscar al Guardián del Parque, pues él es el único que puede cambiar las reglas.

Inicio su búsqueda, me van indicando y voy recorriendo el parque hasta un área que no había visitado. Por el camino algún individuo trata de disuadirme. Llego a una especie de redil donde se celebra un expectáculo equestre, y al escuchar su nombre de mi boca, atiende un hombre de aspecto honorable, sereno pero duro y posiblemente fiero, alguien que impone respero, acompañado de un séquito ecléctico. Me escucha y, viendo la hora, decide acompañarme, junto a su séquito, para resolver el entuerto, pues ya no hay mucho que hacer antes de cerrar.

Durante el trayecto hacia la atracción donde dejé a mi hija, mi yo del sueño escuchó lo que quienes lo recitaba consideraban un chiste, pues se reían al decirlo y escucharlo, algo relacionado con la rapidez con la que ha evolucionado la humanidad con respecto a la lentitud de la naturaleza. No voy a tratar de recitarlo yo porque no soy capaz y el mero intento redundará en un torpe amasijo de palabras sin gracia ni interés. La cuestión es que mi yo del sueño tenía que pedir que se lo repitieran, porque no era capaz de asimilarlo, más si cabe si había que encontrar el sentido humorístico, que ni mi yo del sueño ni yo encontramos.

Por el camino, el Guardián dice haber visto al humorista Pedro Reyes (podría ser otro, porque el nombre que recuerdo era algo apellidado Casas, y una vez despierto, veo que ese no es humorista, así que lo cambio por el que creo que podría ser), y desea saludarlo, pero por no interrumpir la conversación que está teniendo, posiblemente consigo mismo pero sabiéndose escuchado, como buen moniloguista, el Guardián y su séquito, se quedan esperando cerca del humorista. Mi yo del sueño, impaciente, por no importunar al Guardián, que me estaba haciendo un favor y no puedo imponerle su atención, me separo del grupo, no sin antes mostrar mi desaire, para volver como mi hija.

Unos pasos después, una mano en el hombro me detiene, y un lacayo del Guardián me entrega un cinturón (claramente de mentira, de fieltro imitando a cuero por un lado), con el cual podría participar en la atracción que deseaba.

En definitiva, me fascina cómo mi cerebro ha sido capaz de crear un sueño con semejantes contenidos, que hasta yo soy incapaz de entender a tiempo real y necesito repetición en cámara lenta. Es como si, dormidos, nos conectásemos a un canal onírico que, al desenchufar, se evapora como la pantalla que se apaga y se torna negra como el despertar.

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Seremos máquinas

Para quienes valoran a la ciencia por encima de las letras, quienes imponen la tecnología frente a la cultura: los mayores avances en la humanidad han venido antes por la invención de filósofos y escritores que, sin ser científicos, han imaginado el futuro. Los científicos, décadas más tarde, han hecho realidad esas ideas, y el dinero ha adquirido su producción.

Si dejamos de apoyar la lectura, el lenguaje, la imaginación, la escritura y el dibujo, no habrá quien invente nuevos futuros. Seremos máquinas al servicio del dinero.

—Guillermo Velasco

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Temáticas para juegos de rol

Redacción aportada a la Wikipedia el 21 de agosto de 2010, cuando por aquel entonces el artículo dedicado a los Juegos de Rol aun tenía muchas carencias. A raíz de mi texto el artículo creció y se completó hasta lo que es ahora.
http://es.wikipedia.org/wiki/Juego_de_rol

Aunque por norma general se suele atribuir la idea de juego de rol como un juego de fantasía épico-medieval (con elfos, magos y dragones), hay infinidad de temáticas, limitadas solo por la imaginación. Sigue leyendo «Temáticas para juegos de rol»

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Análisis de los juegos de rol (I)

Artículo redactado y publicado en la revista Imaginarios nº 2, de diciembre de 2012

En el primer número de Imaginarios hicimos una explicación sencilla y actual de lo que se entiende por juego de rol y las características que lo hacen único. Se citaron algunos beneficios de su práctica, y, desgraciadamente e irremediablemente, se tuvo que mencionar el caso que manchó la imagen de estos juegos para quienes no lo conocían.
Sin embargo, para entender mejor y más profundamente qué significa y cómo funcionan internamente los juegos de rol, vamos a empezar contando su “prehistoria” y su historia. Sigue leyendo «Análisis de los juegos de rol (I)»

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La Reina Roja

Relato de dos páginas, por Guillermo Velasco, 17 octubre 2018

(editado: posteriormente Juan Gómez-Jurado ha publicado el libro ‘Reina Roja’ pero no tiene nada que ver, espero, no me lo he leído).

Una vez más, comienza la batalla: el peón del rey blanco avanza; le sigue el peón del oscuro monarca, luego los caballos y más tarde los alfiles. La batalla es cruenta. El olor a sangre y polvo inundan el ambiente. Multitud de soldados de ambos bandos ya han caído.

Sendos reyes se han enrocado en sus respectivas fortalezas, viendo cómo sus hombres mueren por ellos. Son las reinas quienes salen al campo de batalla a luchar junto a sus soldados, infundiéndoles el ánimo y el valor que necesitan para matar o morir. Ambas siguen fielmente las instrucciones de su señor.

Sigue leyendo «La Reina Roja»
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El soportal insoportable

Escrito para el reto de un club de escritura. Intentando ser lo más «feminista» que soy capaz de ser. Con deseo de convertirlo en cómic, y en camino.

 

Llamadas de última hora, cuentas que no cuadran, el móvil sin batería y sin cargador… y para colmo, llueve. El sonido de la llave cerrando el despacho le hace desear a Mónica que ya todo lo malo haya pasado, que no pueda ir a peor.

La noche ya se ha cernido sobre la ciudad… y sobre ella. Busca las calles con terrazas y marquesinas que la protejan de la lluvia. Llega a la calle de los soportales, aquella donde siempre mira los escaparates a horas más tempranas. A la mitad del camino hay tres chicos riendo e intercambiándose algo. Mónica duda si pasar junto a ellos o por fuera del soportal, a costa de mojarse. Cree que no pasará nada y sigue recto. Cuando se acerca, uno de ellos se fija en ella y le dice:

—¡Eeeeh! ¡guapa! ¿tienes ganas de juerga? Sigue leyendo «El soportal insoportable»

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Sí o no

Aparcan frente a su casa. Sacan el tablón y las patas de la mesa que le ofrecieron por haber comprado una nueva para su comedor, más pequeña y moderna, con laterales de cristal esmerilado. Lo suben al piso y lo dejan en el pasillo. Él entra en el salón y estudia mentalmente la disposición del salón, para visualizar virtualmente la mejor localización para la mesa. Sin duda, la mejor posición, provisionalmente, es sustituir la otra mesa, la de IKEA encontrada meses atrás junto al basurero. Ella deja su pequeño bolso sobre el sofá.
Sigue leyendo «Sí o no»

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TeleReligión

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La principal Religión, actualmente, ya no sucede en un templo; ahora está instaurada en todos los hogares.

La fe ya no es la creencia en algo que no se puede ver; es creer lo que nos hacen ver.

Esta religión ya no está basada en un libro; el cuento se escribe cada día.

El símbolo ya no es un crucifijo; es el Sagrado Rectángulo a través del cual Dios nos habla. Sigue leyendo «TeleReligión»

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El Tesorero II

Iniciación a la Novela. Ejercicio de “punto de giro”

©Guillermo Velasco 25-10-2017

Filemón

Aun nos duelen las heridas. Cuando estábamos a punto de conseguirlo, como siempre, el inepto de Mortadelo volvió a meter la pata hasta el fondo, y nos comimos los sopapos del gorila Raphael Heznandovic. Decidimos sentarnos a descansar en el Bar-Cenas Pepe de calle Sénova, y Mortadelo — en esto sí que debo reconocer su “talento”— espantó a un matrimonio que estaba terminando de comer, conviertiéndose en la rata de medio metro que es. Así pudimos tomarnos sus cafés recién servidos, antes de que el camarero se enterase de lo que había ocurrido y nos viese salir con viento fresco. Sigue leyendo «El Tesorero II»